Cuesta describir la
falta de repercusión social que tiene la única salida que se estime viable al
desmadre que estamos viviendo los argentinos: la unión nacional, cuantas
veces aspirada y jamás concretada. Primero Moyano, luego Alfonsín y sin
satisfacer ambos ninguna expectativa tanto en la ciudadanía como para los otros
partidos políticos y el súper gobierno.
Pero no debemos endilgar las mismas causas de tal carencia a la
ciudadanía como a las organizaciones políticas. Otrora, con el desmadre Isabelino
seguramente ante la debacle institucional imperante descontabase
que los militares gustosos tomarían el poder “transitoriamente delegado” en los
funestos políticos. Hasta mayoritariamente avalado por políticos opositores y disidentes,
como la ciudadanía, con su silencio cómplice, volvieron – y como- las
botas. Hoy, gracias al horror militar del 76/83 su sombra ya no existe.
Opciones se buscan: Si pudiéramos copiar
a los yanquis estaríamos hechos. Cuando Carter no satisfacía las
expectativas del electorado, este se lo tuvo que bancar hasta la finalización
de su mandato. Lamentable y evidentemente no podemos hacer lo mismo. Un
golpe institucional como el que vinculaba a un dirigente radical sin consenso
popular y con escasos pergaminos, elegido por la asamblea legislativa, no
duraría más que López Murphy, con un riesgo país de 3000. Pensar
que los radicales eran el cuarto partido en las elecciones del 95 y lograron
imponer su delfín en las internas aliancistas por la conjunción de una supuesta
imagen contraria al menemismo de su candidato y su estructura partidaria
nacional. Deberían tener vergüenza de creer que son el partido gobernante y
Alfonsín su referente, cuando tendría que estar en retiro definitivo luego de
su mediocre mandato (solo la historia democrática le dará crédito) . El Frepaso y portador
de los votos, sucumbió ante su propia naturaleza, que se extendió a
El termómetro
ciudadano: En estos últimos tiempos se percibe en la sociedad una tendencia a buscar
respuestas reduccionistas, con justificada razones dado el maltrato al que es
sometido cotidianamente. Aludo a apoyar a todos aquellos que disparan contra la
dirigencia política, a quienes se le endilga ser chorros y/o corruptos,
asignándoles gran parte y si no toda, la culpa de nuestras desgracias. Azuzada
por un periodismo que en algunas circunstancias puede actuar honestamente y en
otras – una de las desgracias de esa profesión- necesita mantener su
vigencia/trabajo a costa de... o simplemente responder a intereses
inconfesables públicamente. Puedo dar fe
que se logra mayor audiencia pegando sin cesar que hurgando en causas de mayor
profundidad, que permitan la reversión de los tristes sucesos que acontecen en
nuestra Nación. Estimo que esta respuesta negativa de una gran mayoría social esta estrictamente ligada a las carencias de esa dirigencia
en los aspectos aludidos en el párrafo anterior: incapacidad conductiva y
referencial. En fin, no tener expectativas positivas de estos dirigentes.
Pensemos que en los momentos de crisis que afectan a toda organización social –
cualquiera fuere su naturaleza- se prescinde de las formalidades y
chicanas, recurriendo a quienes tienen verdadero consenso en esa organización,
generalmente los que puedan aportar soluciones idóneas. Haciendo un parangón
con la organización nacional, resulta difícil ambas opciones: es casi imposible
prescindir de las formalidades constitucionales y/o recurrir a idóneos en el
campo político existente. Situación fácilmente reversible: que los cargos
públicos estén ocupados por personal idóneo.
Interrogantes: ¿ Puede creer la ciudadanía
mayoritariamente disconforme, que estas desgracias le son ajenas?
Ninguno de nosotros dejaría en manos de terceros los que nos compete y afecta.
Buscaríamos lo mejor/posible para la solución de nuestros problemas
trascendentes. Si tuviésemos que delegarlo vigilaríamos atentamente a los
asignados, interviniendo activamente ¿ porqué
ello no es extensible a quienes tienen que administrar el bien común que
incide en el presente y futuro de
nuestras familias? Con votar a quienes declaman ética
– a quienes no la tuvieron ni tendrán-
sin soluciones operativas concretas para prevenir la corrupción, nos
conducirá a otra frustración, ampliando el descrédito a los mismos... (ayer
Estos lamentables avatares descriptos de ciudadanos y dirigentes tienen un
factor común: la escisión del campo social y el político. Tal ha sido la
cosmovisión de los oligarcas del siglo XIX, al separar a gremios del
poder político creando los “partidos”. Han logrado su objetivo:”profesionalizaron”
a los políticos, nada más alejados de las demandas de su sociedad,
privilegiando sus intereses personales y/o sectoriales. Centrar en lo social nuestro
desarrollo y de tales logros, traducirlos políticamente. Estimo que uno de los
desafíos humanos del presente siglo será la de hallar nuevas formas de
articulación armónica y eficaz entre lo social y lo político.
Este, será la extensión del desarrollo social alcanzado. Sino priorizamos tal
desarrollo, producirá la escisión vigente entre lo político y lo social, origen
del descrédito de la actual dirigencia (ver Objetivos).
En desvelos económicos sigue aún vigente la propuesta de quien
suscribe.
(Solidaria e Idónea),www.redsoleido.com.ar. Aportes e
interrogantes ciudadanos
Número 011 del 10/08/2001 - Francisco
Alberto Scioscia