Francamente
la propuesta relativa “Ante el
nivel de la crisis, nuevas respuestas” y su
concreción, resulta altamente improbable. Las causas múltiples, pero en este
análisis no tendrían cabida. Continuo no solo por ser persistente, sino porque el futuro se construye desde el presente. No
me preocupo, sino que me ocupo. Asimismo fiel a una frase tribal ancestral:
“Siempre con los pies en la tierra, sin dejar un instante de mirar a las
estrellas”.
Además
puede ser que no sea razonable, exigirle a una sociedad aquello que hasta el
presente no pudo lograr: una participación activa e inteligente. Deberíamos
orientar nuestras críticas, más que a los políticos, a los actores sociales que
les dimos su razón de ser.
Parece que esta crisis no es suficiente shock para modificar las
conductas recurrentes que nos llevaron a esta hecatombe ¿ Necesitaremos
más conmoción para modificarlas? Ni los políticos ni las organizaciones
sociales o ciudadanos individuales, parecen comprender la gravedad del proceso
en el cual estamos inmersos, medida tal comprensión por sus acciones
productivas conducentes a revertirla. Einstein, definía a la locura
como realizar los mismos procedimientos
y esperar respuestas diferentes a las ya obtenidas. Los medios se cansan
de mostrar cotidianamente el mismo accionar de los políticos que los llevo al
descrédito actual: Nombramientos inobjetablemente políticos contra favores
recibidos, asignación de planes sociales a quien no corresponde, omisiones a
los que corresponden, gastos no justificables, chicanas políticas de los presidenciables
para perjudicar a sus adversarios que implican un mayor deterioro de la
situación general, etc, etc,
etc,... En lo social, siente desvanecerse el
ruido de cacerolas. Faltó traducirlas en conductas operativas productivas (ver “Propuestas a las asambleas
ciudadanas” ).
De propia boca del presidente: “Hay una tranquilidad en la población que es un
valor que tenemos que preservar”. Evidentemente no fue producto de sus logros
en el PEN, sino de la falta de respuestas de la sociedad que generan
desazón y escepticismo, retrotrayéndonos a nuestra funesta pasividad de los
últimos lustros. Esto incluye la carencia de interlocutores sociales válidos
para la ciudadanía. En primer término, los políticos dado que ese es su rol
esencial; los intelectuales con propuestas acordes a su nivel; los
comunicadores sociales que tienen acceso a los medios masivos de comunicación y
pueden propalar ideas propias o ajenas, coherentes a las demandas ciudadanas. De
las de sus propios intereses o de los grupos a que representan tenemos bastante...
Resulta evidente que en el estado actual de nuestra sociedad, es mucho más
difícil generar propuestas desde lo social que si surgieran de hombres con trascendencia
social - contados con los dedos de una o dos manos-que tengan un dominio
del accionar político y estén capacitados de romper con las funestas reglas de
juego existentes ¿ O es verdad que se tienen
que ir todos sin excepción? Si no pueden, aunque sea “suspender”
transitoriamente sus intereses partidarios, sectoriales, personales y converger
en una agrupación política que interprete las demandas sociales - idoneidad
y transparencia en el ejercicio del poder delegado- tienen razón los
manifestantes ciudadanos ("que se vayan
todos"...).
No me quepa la menor duda que si la sociedad escuchara una propuesta de
esta naturaleza: hombres con cierto grado de confiabilidad, consustanciados – no
que hacen como que, sino de estarlo-
con recurrir al seno social - privado y publico- en busca del conocimiento necesario para
refundar un país - hombres e ideas adecuados- conmoverían a este país.
Nuestra sociedad tiene en su conciente colectivo expectativas
que condicen con tales propuestas, que no puede generar por si
misma, sino a través de sus interlocutores. No solo tendrán un consenso
mayoritario - en más de la tres cuarta parte de sus habitantes- sino una
activa, productiva y sorprendente participación ciudadana en la medida de sus
posibilidades, que será garantía de que el mismo no se desnaturalice. Hay
que colmar tales expectativas, para aliviarlas y revertir tanta
frustración.
La correcta formulación de un proyecto en su hipótesis general garantiza su
implementación ulterior. Esta propuesta es un acto que requiere voluntad de
hacer y luego la inteligencia para desarrollarla, en ese estricto orden.
Solo se requiere grandeza: reconocer los errores cometidos, superar los
equivocados e interesados paradigmas de
los gurúes económicos - nativos e internacionales- con análisis
reales-desinteresados-fundados y romper con las aciagas reglas políticas del
presente ¿ No hay probabilidades? Dios nos guarde.
(Solidaria e Idónea),www.redsoleido.com.ar. Aportes e
interrogantes ciudadanos
Número
022 del 19 de junio de 2002 - Francisco Alberto Scioscia