"Todo
ciudadano construye su conciencia colectiva en un proceso continuo.
Cotidianamente recibe información múltiple y el sentimiento concomitante que
le produce tal información (estupor, indignación, decepción, indiferencia,
simpatía, euforia, alegría, etc.). Obviamente la misma sufre un proceso
selectivo, prevaleciendo las de sus intereses particulares y las de carácter
general, incluyendo su participación como ciudadano. Así, retenemos gran
cantidad de información/sentimientos, en estado latente, expectantes. Es decir, expectativas que quieren ser satisfechas,
como una necesidad de descarga energética de los sentimientos concomitantes.
La información puede perderse o diluirse, pero el sentimiento no. Nos carga. Pensemos cuando
formamos un concepto cualesquiera: éste es una construcción temporal, de
igual forma que la conformación de la conciencia colectiva. Cuando debemos
explicitar un concepto, olvidamos los detalles informativos que lo generaron,
recordando el filtro intelectual/sentimental operado. Cuan difícil nos
resulta rememorar cuando se nos exige precisión sobre nuestra formulación conceptual
y los hechos que lo coligieron. Algo así cuando recordamos lo agradable que
nos resultó una película o un partido
de fútbol, reteniendo prioritariamente el sentimiento placentero, que el
detalle del evento; el cual estará en nuestra memoria pero necesita ser
rastreado/activado. Es decir, que el sentimiento acumulado generalmente
predomina sobre la información. Cuando su acumulación es negativa, es una
sensación desagradable. Cuando una acción de gobierno recibe la aprobación
unánime, los medios aluden a que las expectativas concomitantes han sido colmadas/satisfechas. Experiméntase
una sensación de alivio de tales descargas. Fenómeno de transmisión uniforme
colectiva, percibida por uno-todos
simultáneamente e inequívocamente... (difícil de
definir con palabras). En este proceso expuesto se maceró
la conciencia social relativa al accionar de nuestros políticos. Debemos
aunar una doble fuente informativa: lo que ellos hacen o dicen diariamente y
lo dicho por analistas políticos sobre ellos. La falta de reacción pública
manifiesta, no es sinónimo de
dilución de las conductas objetables - propias o achacadas- y no convincentemente rebatidas. No
pasan al olvido, quedan en nuestra mente individual/colectiva. El tiempo
imprecisará la información provista, pero los sentimientos frustrantes se
acumulan a los precedentes y así los seguros del futuro." * * (transcripción parcial del punto 2.5 Definición
de la idoneidad política, páginas
56/58, del ensayo "Hacia una Nueva IDONEIDAD
POLÍTICA", Ocruxaves,97,
del autor de la nota). Aporte002 |