En un articulo publicado en Clarín, un profesor universitario aludía que más que especialistas parlamentarios en los temas que resultan inherentes a su quehacer, se necesitaba una real participación de la ciudadanía en el control de los legisladores presentes o futuros. Siendo el suscripto portador de un mensaje de especialistas, votados por cada una de las comisiones atinentes al quehacer general, ver texto respectivo, me sorprendió la opción. Es muy común en los humanos generar ciertas disyuntivas coyunturales, como reacciones espasmódicas harto justificables de los afectados por la inexistencia de una o ambas partes. Generalmente, el tiempo y la realidad nos indican que muchas dicotomías no son excluyentes y que deben interrelacionarse logrando un factor más productivo. La participación debe ser vital en la conformación de un congreso acorde a las demandas ciudadanas: aludía a la imprescindible e insoslayable intervención de todos los actores involucrados en un proyecto, orgánicamente y/o individualmente, según corresponda.  Hay que generar controles posibles que impidan tal integración social. El libre acceso al publico de los temas tratados en comisiones, como su publicación en medios generales y específicos. Esto podría incluir un redireccionamiento hacia las entidades que pueda interesarles tal temática y el Congreso - por omisión o intereses- no habría comunicado. Formas e imaginación hay para que no nos pasen como hasta el presente, siendo fundamental la participación ciudadana.  En mi propuesta sobre reforma pública, un mini ensayo publicado solo en Internet, aludía a la necesidad de una independencia entre la estructura técnica-administrativa del Estado ( en este caso del parlamento), capacitada acorde a las tareas a desarrollar, y sus respectivos superiores de carácter político ( legisladores en este caso). Es decir que los legisladores tendrán una herramienta útil para el desarrollo de sus proyectos: dotación independiente y capacitada técnicamente, pero ajena a sus apetencias políticas, sectoriales o personales. Ambas partes establecerán un control mutuo: Los legisladores, que los técnicos cumplan productivamente sus planes legislativos y los técnicos, que tales proyectos respondan a las demandas de los ciudadanos que los votaron. Las falencias que se registren en las partes serán denunciadas y publicadas ante una auditoria nacional independiente de los tres poderes. Sumémosle que si la ley es de interés general debería ser plebiscitada para ser sancionada. Creo que son suficientes controles participativos básicos para que no nos acuesten como hasta el presente. Obviamente superables-perfectibles. Leyendo un proyecto de aplicar las normas ISO 9000 a los partidos políticos y acción gubernamental con el objetivo de lograr un mejor nivel de prestación política, resultaba evidente que las exigencias para cumplir tales normativas eran producto de la experiencia acumulada en el perfeccionamiento de los procesos humanos, es decir nuestros errores y aciertos. Estos capitalizados continuamente por diseñadores e implementadores en el transcurso del trabajo en distintas profesiones, ámbitos y  tiempos. Debe destacarse que  cualquier elaboración humana el diseño del modelo inicia cualquier proceso productivo. Aquel debe satisfacer las demandas que lo originaron, eficiencia en su elaboración y eficacia en su uso (ver formulación correcta de proyectos). En fin, generar una hipótesis que debe ser probada y verificada exhaustivamente para que cumpla con los objetivos perseguidos.
Las normas, sean ISO o cualquier otra que apunte a la calidad, requieren de una comprensión por el diseñador, que cuando más consustanciado con ellas le permitirán reducir a un mínimo las rectificaciones ulteriores de los controles. Contrariamente si su comprensión es parcial o deficiente, se incrementará el control y las rectificaciones ulteriores. Esta última circunstancia es mucho más onerosa que la primera, dado que implica mayor tiempo de ejecución e insumos involucrados. El control debe ser un resguardo frente a un descuido-relajamiento del diseñador y/o implementadores, jamás exentos de error. En definitiva, cuanto mayor calidad en el diseñador, implementadores acordes que serán jueces del modelo a construir, se incrementará el nivel de productividad, transformando al control en algo rutinario, pero siempre presente.
Como colofón, estimo que si nuestros legisladores comprenden claramente la importancia de los factores de participación aludidos en el primer párrafo, y han sido elegidos por su idoneidad para conformar cada una de las comisiones que trataran temas de interés general, condiciones sine qua non, tendremos el parlamento que nos merecemos. Ambas condiciones deben interrelacionarse. Recursos humanos calificados y que tengan espíritu democrático existen. Habrá que perfeccionar los mecanismos para hallarlos, no las reglas de juego político que nos condujeron en este funesto presente parlamentario, en el cual no solo fallaron los controles sino los especialistas. Grave, muy grave.

                                                  aaaaaaa(Solidaria e Idónea),www.redsoleido.com.ar Aportes e interrogantes ciudadanos letter.gif (161 bytes)
                                                                               Número 24 del 2 de julio de 2002     -  
Francisco Alberto Scioscia