Editorial: Evasión... de una cultura Impositiva |
La superación del déficit fiscal es una preocupación constante para cualquier gobierno, dada su incidencia. Este es uno de los parámetros que es considerado como nuclear por los organismos o consultoras internacionales, que sellan la suerte del nivel de riesgo de un país y consecuentemente las tasas de interés que tendrán sus prestamos. Esto obviamente incide tanto en el ámbito de estado (incrementando la deuda pública) como empresarial nativo y sus posibilidades de crecimiento (acceder a financiaciones baratas acordes al nivel mundial). Como se desprende no es mi fuerte el tema económico. Pero tal temática es de tal trascendencia que no puedo omitir involucrarme, mas allá de los tecnicismos que limitan incursionar en la misma. Decía un experto en economía que si te daban una explicación en tal materia y no era entendible (aludía a la simpleza de los problemas económicos), tengan cuidado, seguro que intentaran aprovecharse de Ud. No estoy en condiciones de afirmar tal aseveración pero si que los procesos - de cualquier índole- generalmente son simples, los complicamos los humanos con planteos inadecuados...
El problema del déficit público es una
constante - con un leve respiro luego del plan de convertibilidad- y no solo
nativo. Pero el mismo es una consecuencia de un proceso cuyo centro es el
Presupuesto Nacional, base sustancial de las políticas del estado. Ergo,
debe ser un tema de mayor prioridad para cualquier gobierno y más si queremos
dejar de ser un país bananero. Como en cualquier ámbito, un presupuesto
tiene una estructura dual: Ingresos y Egresos, de su compensación emergerán un
déficit o no. Los ingresos públicos tienen un origen básico: los impuestos
que se recaudan, originados en leyes que lo justifican. Y los egresos en los
gastos y compromisos/deudas tomados por una Nación. Hay un margen de tolerancia
racional para tal déficit, estimado en un 2% del producto bruto interno. Esta
tríada debe ser analizada conjuntamente.
Los impuestos no valen por sí mismos, aunque
fuesen legales.
Existen en la medida que contribuyan a solventar la administración del bien
común. Esto debe ser estrictamente vinculante: un gobierno que actúe con la
mayor racionalidad/austeridad posible y conveniente, avalada socialmente y un
sistema impositivo que sea su contrapartida. En cuanto al déficit tolerable
debería ser harto justificable en beneficio de las mayores urgencias de corto
(jubilados) o largo plazo (educación) o políticas que ulteriormente equilibren
el presupuesto, descontada una contemplación de gastos adecuada y ecuánime. Este
es el sustento de cualquier cultura impositiva que se quiera internalizar
socialmente.
¿ Cuanto han hecho nuestros dirigentes en
esto? Muy poco. Y ello, gracias al desastre hiperinflacionario
nativo que obligo a defenestrar la emisión de moneda sin respaldo fehaciente,
uno de los factores primordiales inflacionarios que fueron minando
progresivamente el nivel de vida poblacional. Cada ajuste consecuente, nos
quitaba parte de nuestro poder adquisitivo. Cualquiera que escuchaba a los
liberales pre-Menem y su prédica relativa al superdéficit que generaban las
empresas publicas, infería que con pasar a manos privadas - como ocurrió-
resolvería el problema del déficit general. Evidentemente no sucedió, ni
hubo una transferencia de esos gastos al ámbito de salud, educación, seguridad
social, seguridad o justicia, que denotaran un nivel superior en sus
prestaciones (aunque pueda aludirse una mayor incremento presupuestario en las
mismas). No esta claro para la sociedad en que se incrementaron los gastos.
En cuanto a los ingresos, considerase al
medio nativo como un fuerte evasor impositivo. Es decir, que si se hallaran
métodos - que no se han logrado hasta el presente- de recaudación eficaces poco
valdría si no se los correlaciona con los gastos/egresos. Esa evasión es
producto de esa falta de cultura impositiva, que los sucesivos gobiernos han
impedido consumar. Nuestros adolescentes no tienen ni la menor idea de cómo
se sustenta el bien público, ni se lo cuestionan. Esto nos conduce a que
en los sistemas educativos nada se hace por lograr transmitir un tema de tal
trascendencia. Pero solo se lo podrá hacer con el ejemplo de un gobierno que
respete a rajatabla y por un lapso prolongado, una conducta austera-racional en
el gasto público, en todo su ámbito de acción y garantizar que nadie pueda
soslayar legalmente el pago de los impuestos. En otras palabras sin
hipocresía. Así podrá propagarse en toda la sociedad, comenzando por
esclarecer a los jóvenes del sentido del impuesto. No solo formalmente -
estudiaran para zafar- sino prácticamente, participando activamente en el
presupuesto escolar y su ejecución, que los remitirá ineludiblemente a los
impuestos y su recaudación. En fin que la evasión sea penada socialmente y
no vista como un deporte y lamentablemente amparada por los ciudadanos que no
tienen conciencia de la misma (no emisión de facturas, dar como neutral la
evasión del IVA por el comerciante, etc.). El gobierno electo pregona
estas virtudes necesarias para generar esa cultura impositiva, de cumplirla
tiene posibilidades de iniciarla.
Observación: ¿ No sería
factible emitir dinero impositivo, equivalente al gasto de cada ejercicio? De
igual curso legal, exigiendo un pago dual a la ciudadanía. Es decir, tomando el
IVA como referencia, pagar simultáneamente el valor real del producto/servicio
(p.e.80%) y el valor restante en dinero impositivo. Este surgiría de pagar los
salarios en un porcentual del mismo (un 20%?), los depósitos igualmente, etc.
generando el circuito de circulación monetaria dual general. Teniendo igual
valor ambas monedas, la de curso legal e impositiva, para compensar los
desajustes factibles en las empresas que están exentos de impuestos como el IVA
y tengan excedentes. Los problemas operativos, como el cambio, son
solucionables y mínimos, de lograr una mayor recaudación. Obviamente sería
válida si estuviera rubricada por una cultura impositiva como la descrita
anteriormente. Esta propuesta la he hecho a varios economistas, pero no obtuve
respuesta de ninguno. No sé si será un delirio personal pero estimo que debería
ser descartada consistentemente. En contra o a favor tienen las páginas de este
periódico para hacerlo, sin restricciones (incluye tomarme de ignorante).
(Solidaria e Idónea). Francisco
Alberto Scioscia
ww.redsoleido.com.ar
número 6 del 12/11/99