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Comentaban acertadamente en los medios que difícilmente los dirigentes políticos aludieran a la sentencia de cinco años, sobre seis de máxima, de prisión que fue sentenciado PICO (ex-concejal y Presidente del ex-Consejo Deliberante, representante del PJ), por enriquecimiento ilícito, como si les fuese ajena. Más aún en la semana final de las presidenciales. La ley de enriquecimiento ilícito fue creada para juzgar a los funcionarios públicos; invierte la carga de la prueba en el acusado, el cual debe demostrar su inocencia. Es decir que sus ingresos comprobables justifiquen el patrimonio declarado o comprobado del imputado. PICO no pudo hacerlo (sus propiedades superaban los ingresos como funcionario), sin tomar en cuenta aquellos bienes que aparentemente eran de él y no pudo probarse fehacientemente su titularidad. Tal peculiaridad legal ha suscitado, obviamente por los defensores, que tal procedimiento es Inconstitucional, dado que toda persona es inocente hasta que se demuestra lo contrario, u otras que desconozco. Puede haber argumentos de derecho que avalen tal calificación. Pero francamente que PICO quedará libre por razones de derecho, contrariaría la prudencia que debe regir sobre cualquier argumentación racional que violara el sentido común ético. No se toleraría tal distorsión de una realidad palpable.

Esta ley tiene sus limitaciones, ya que el caso Pico no será el estándar. Angeloz zafó, pues no pudo comprobarse fehacientemente lo imputado y la duda legalmente beneficia al acusado. En mi carrera como funcionario público, cuando - antes de la convertibilidad- algún colega compraba un O km., se ratificaba las sospechas de su presunta corrupción. Hoy lo será un modelo de la franja de 25 lucas para arriba o un viaje a lugares sofisticados. Por suerte existen los cónyuges adinerados...

Debemos dejar de engañarnos: una sociedad debe buscar los procedimientos que impidan que sus funcionarios, de cualquier nivel, puedan enriquecerse. Si uno deja la puerta de su casa abierta con signos de no haber nadie, seguramente será desplumado y no por un profesional, sino ocasional ladrón ( o quien llegue primero). El desprevenido hurtado seguramente aducirá que no se tiene que robar, pero será tarde y seguramente irreversible. Cuando se dialoga en la calle sobre los robos de los funcionarios, cuando mayor vehemencia ponga el que protesta, pregúntele en ese mismo momento que hubiese hecho él en lugar del cuestionado y le dirá que él también lo hubiera hecho. Es decir, este se queja porque no tiene la oportunidad que tuvo aquel. Es así, mayoritariamente. Dejemos la hipocresía y seamos pragmáticos: hay que instrumentar normas que impidan tal enriquecimiento que sale de nuestros bolsillos vía impuestos. 

El acto administrativo es volitivo e intelectual, en ese orden. Sin voluntad de hacer, nada es posible. ¿ Si es factible crear sistemas ultrasofisticados en el ámbito científico, como es factible que no se puedan definir parámetros mucho menos complejos para evitar tomar lo indebido? Evidentemente pasa por querer hacerlo realmente y posibilitar que su instrumentación sea implementada por idóneos. Esto es clave, pues se declama pero poco se hace para facilitar su efectiva y posible aplicación, denotando una incoherencia sospechosa en tal ambigüedad. Mi experiencia pública me indica que hay de todo en la villa del Señor. Aquellos dirigentes que acorralados por las circunstancias toman medidas que a sabiendas serán incumplidas ulteriormente por instrumentaciones inadecuadas (presupuesto, recursos técnicos, humanos y materiales, etc.). Pero mayoritariamente, están aquellos que por propia incapacidad para hacerlo o conducirlo por si mismos, delegan en subordinados que no tienen la más mínima intencionalidad de implementar, o son incompetentes para tal tarea, quedando en manos del azar la puesta en marcha de cualquier emprendimiento que reclama la ciudadanía, como este del enriquecimiento ilícito. Los  chambones, quienes ejecutan torpemente el rol  que le asignaron, son demasiado habituales. En otras palabras los que hacen de... Aquellos que creen que los dirigentes políticos/funcionarios son diabólicos como los aludidos en primer término, se equivocan. Los hay, pero en un número menor. Como también hay quienes saben lo que hay que hacer correctamente, pero que generalmente la lucha contra diabólicos e incompetentes, cobijados tras marcos regulatorios deficientes, es asimétrica y consecuentemente infructuoso (su número, extremadamente exiguo).

En definitiva, si suprimiéramos la fuente del enriquecimiento ilícito tendríamos escasos Picos; léase los gastos reservados, en cualquier ámbito sin excepciones y una instrumentación un poco más sofisticada que publicar las licitaciones en INTERNET, controlándolas eficazmente en lo cualitativo y cuantitativo es factible, SI HAY VOLUNTAD E IDONEIDAD PARA ELLO (esto último descontado). Pero ello implicaría cambiar radicalmente las reglas de juego político que las estimulan. Ninguno de los candidatos lo podrá hacer. No pasa por la honestidad individual, sino que hay que patear el tablero. Ojala este equivocado...(en cuanto a que no se atreverán a patear...).

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia letter.gif (161 bytes)
   
www.redsoleido.com.ar Número  3 - 15/10/99