Desarrollo personal: Hacia una conciencia
simétrica * ( II ) |
Simultáneamente
a mi ingreso al Estado, había sido bochado en mi primer examen de ingreso
universitario. Compartiendo con otros estudiantes el trabajo y aún no
teniendo claro que carrera seguir, decidí hacer un curso de orientación
vocacional, de excelente nivel y caro para mis limitados ingresos. A pocas
clases desistí, correlativamente al agravamiento de la crisis económica
familiar. Sorpresivamente, luego de mi segunda ausencia, recibí el llamado de
una de las coordinadoras grupales. Expresé mi situación, y me conminó a
concurrir aun no pagándolo, argumentando razones de coherencia grupal. Fuere
cual fuere la causa - profesionales o humanitarias- fue un bello
gesto. Fue una experiencia interesante, pues se nos informaba no solo de los fines, sino de los
medios que utilizaban las distintas carreras, con conferencias
informativas-informales dictadas por profesionales experimentados al reducido
grupo ( 7 u 8 miembros). Siendo
el mayor del grupo, 20 años, con más experiencia de vida que el resto, todos
de buen nivel económico, era proyectado por estos como un empleado público
del montón, sin haberme laureado. Tal visión proyectiva, era compartida por
mí. No percibía diferencias resaltantes entre mis compañeros de trabajo o del
grupo vocacional. Aunque en las pruebas finales de evaluación intelectual fui
el más elevado, lo endilgue a la tranquilidad con las que la había tomado
(léase: sin interferencias afectivas). Mi padre había fallecido durante su
transcurso, casi al final y ese vacío típico de las ausencias queridas, me
transformaron en un circunstancial indolente, proyectado en mis capacidades y
futuro. Desde
niño tuve una sobredimensionada visión de lo universitario. Aunque nunca me
sentí inferior en ninguna actividad en mi corta vida, creía que para acceder
al nivel terciario se necesitaba más que mis propias capacidades. No sé si
asociarlo al bajo nivel socioeconómico de mis padres/familia, ya que no había
profesionales en la misma y/o la conflictiva adolescente. Igualmente intenté
ingresar a El
ridículo ingreso universitario ratificó mis aludidas y nacientes
presunciones. Por entonces, las fuerzas juveniles exigían el ingreso irrestricto, sin hacer mella en las
autoridades designadas por los milicos. Tanto presionaron aquellas que
concluyo con el alejamiento del rector. Y sin oficializar el ingreso
irrestricto peleado, se tomó un examen para descerebrados (de que color era
el caballo blanco de San Martín,1971, créase).
Incredulidad/impotencia, más aún viendo al nuevo rector - un prestigioso
intelectual de entonces- paseándose aula por aula, repitiendo:
"vieron que fácil fue el examen". El papel de la autoridad
académica, la burla del examen y una tibia mirada hacia quienes detentaban el
poder, tan lamentablemente, fueron triturando mi sobreestimación intelectual
adolescente. Aunque
las primeras experiencias en el estudio fueron duras, superando la
posibilidad de interpretar textos, todo fue fácil ulteriormente (en
concordancia con las exigencias). El legado secundario memo-robot cuesta
superar. Las primeras materias introductorias (Psicología, Sociología,
Antropología, Biología) me hicieron recapacitar sobre lo multidisciplinario
del conocimiento humano, sus y mis limitaciones. Pero no deje las viejas
mañas del secundario: di buenos exámenes repitiendo como un loro todo el
grueso del material. Si hubiese tratado de interpretar todo el material
asignado, hoy estaría estudiando. Libros sobre Freud, Erikson, Lewis, Mead,
Fromm, Piaget, etc. Científicos éstos que sintetizaron sus teorías elaboradas
durante años, en tales textos, no podían ser captados tan fácilmente por
novatos como los recién ingresados y
con mínimas referencias de los titulares de las cátedras respectivas. Sirvió
para ampliar mi terminología y sustrato de futuros conocimientos. Mucho
esfuerzo y exiguos resultados. Hacíamos ver que entendíamos... Ya
cursando el ciclo básico, las materias del mismo, fueron productivamente
aplicadas en mi actividad laboral (estadística, metodología de la
investigación, psicología general, etc.). Igualmente las de neto corte
psicológico (psicoanálisis, evolutivas, psicopatología, etc.), en el
conocimiento individual y grupal, además de mi autoconocimiento. Simultáneamente
a la carrera universitaria, desarrolle la administrativa del estado. Los
militares habían cerrado filosofía por subversiva. Así llegue a los 26 años,
ya casado, con mi primer hijo por nacer, como jefe de división y el 60% de
Psicología cursada (solo me faltaban las materias de relleno del básico y
especialización). Y dos casas que mantener económicamente (mi madre aún en Mi
desarrollo laboral en una estructura de servicios sociales, eficaz
históricamente, descentralizada y con posibilidades de poner mis capacidades
al servicio de los numerosos usuarios, resultaba una satisfacción personal,
que compensaba mis decisiones universitarias. Más aún que pude integrar a tal
actividad mis conocimientos terciarios y acceder a las nuevas tecnologías
emergentes - informática, teleprocesamiento, microfilmación, etc.-
permitiendo conformar una buena base personal y generando una cosmovisión
diferente al estándar. Conocí hombres
de gran experiencia estatal, universitarios, profesores, hasta académicos,
con pensamiento comprensivo y nivel adaptativo (a sus propios intereses). Un
proyecto de mi autoría, que implicaba reducir lapsos en los pagos, originó
una disertación en el Directorio, sobre los circuitos administrativos a
modificar para tal logro. La mayoría de los miembros, ajenos a ( * trascripción parcial del capitulo IV del ensayo "Hacia una Nueva IDONEIDAD
POLÍTICA" parte II de III)
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