2.4 Hacia una organización inteligente.

            2.4.1 Generalidades.

            Quienes poseen un nivel intelectual comprensivo y un acabado equilibrio emocional, tienen un código en común: el concepto de organización inteligente. Las distintas experiencias personales oscilarán entre quienes habrán podido concretar tal aspiración organizativa - total o parcial- o quien solo la diseña en su mente. Asimismo quien trabaja individualmente o en un número muy reducido, interpretará/asimilará fácilmente la estructuración pretendida. Aún con tales diferencias todos comparten esos criterios básicos de lo que debe ser una organización idónea. Esa capacidad de generalizar situaciones abstractas - luego de un arduo proceso de ejercitación- logra captar la metodología que trasciende su labor especifica y que resulta común a toda actividad colectiva. En definitiva, lograr la generalización del concepto de organización de los recursos humanos, técnicos y físicos disponibles/factibles.

         Todo lo expuesto posteriormente, es producto de experiencias en mi ámbito laboral: el estado, el reino del todo es posible (chambonaje, burocracia, mini-maxi corrupción, inacción, etc.). Pero también cosas positivas: la conformación no inducida de grupos de trabajo, cercano a lo natural, construir  proyectos  idóneos de la nada, la trascendencia de la conducción jerárquica, el concepto de ajuste continuo de los sistemas, etc. Todo ello, enriquecido con la información proveniente del ámbito privado que corrobora igual cosmovisión organizacional  ( el factor inteligente, trasfronteras). Toda la labor productiva desarrollada en el estado fue fruto del trabajo grupal, sin el cual no hubiese sido posible.

         Este bosquejo de organización es totalmente perfectible. Más aún con la interrelación de hombres provenientes de diversas esferas de acción, que pueden aportar nuevas soluciones/alternativas. El mismo sustentase en lo siguiente: estructuración jerárquica-consensuada (mandos superiores con mayor nivel de idoneidad, avalados por sus niveles subordinados); integración de equipos disciplinarios e interdisciplinarios, participación vertical y horizontal, limitada estratificación formal.

         2.4.2 Conducción estratégica.

            La conducción organizacional debe ser, generalmente, jerárquica. La cadena en la toma de decisiones - que afecten al conjunto- debe ser irreversible: superior-inferior. Esto no deviene de la autoridad formal, sino de la moral. Quien ostente el mayor nivel, será quién tenga equivalente idoneidad. Ergo, mejores condiciones para la toma de decisiones. Aunque la iniciativa surja de los cuadros inferiores, deberá ser analizada por la conducción estratégica superior, para garantizar la coherencia en el conjunto organizacional respectivo. Siendo este estructurado vertical y participativamente, garantizará que cualquier decisión trascendente sea enriquecida-debatida-confrontada por sus integrantes.

       Esta conducción superior estará compuesta por un equipo interdisciplinario, interrelacionando miembros experimentados en el tipo de actividades primordiales con los que se hallen consustanciados cotidianamente con el trabajo de la organización. Tal coexistencia implica garantizar toma de decisiones que reflejen a esa organización y su inserción coyuntural, sin distorsiones. Asimismo, tal intercambio permitirá efectuar los ajustes perfectibles, teniendo en cuenta los cambios emergentes de causas externas, sino también la historia de la organización. Las causas que generan ajustes se olvidan, los efectos persisten, solo quedan grabados en la memoria colectiva, más allá de la documentación. Los miembros consustanciados con la organización deben ser semi-permanentes en la conducción superior - preferentemente coordinadores de los equipos de mayor nivel- garantizando información precisa y actualizada.

         El nivel intelectual de los miembros debe ser comprensivo y equilibrados emocionalmente. Tal perfil permitirá definir al conjunto organizacional como un todo, cuyo ajuste deberá responder al marco global, excluyendo duplicaciones y yuxtaposiciones (burocracia y conflictos sectoriales).

         Una organización conducida según lo expuesto, es naturalmente antiburocrática.  La burocracia emerge cuando las operaciones/intereses sectoriales no son compatibles con los del conjunto. Es decir, cuando cada sector responde a sus propias necesidades, ajenas al resto de la estructuración que forma parte. La sumatoria de cada una de estas autoconstituidas hacen el todo, infringiendo una norma científica básica: "La suma de las partes no es igual al todo".

         La celeridad de una organización dependerá de sus reflejos en la toma de decisiones adecuadas. El nivel emocional equilibrado permitirá que se vislumbren los objetivos organizacionales a los personales/sectoriales y las acciones consecuentes.

         Su composición multidisciplinaria incluirá una visión amplificada, de apertura, no solo con las demandas externas/internas inherentes a la organización, sino con las del conjunto social inmerso de incidencia indirecta a largo plazo (ecología, derechos, etc.).

         La toma de decisiones colectivas garantizará el accionar antidelictivo. Es improbable que mayoritariamente se organicen para delinquir (asociación ilícita). Un nivel emocional adecuado, permite la comprensión del no negocio de la corrupción, por su inseguridad intrínseca y el verdadero negocio: el largo plazo, aunado a los de su organización, que finalmente redundará en su beneficio.

         La exigencia de un responsable último en un equipo de esta naturaleza, es necesaria en virtud de las obligaciones formales propias de una estructura. Asumirá consensualmente como coordinador grupal y responderá formalmente a las decisiones del conjunto.

            2.4.3 La labor en equipos disciplinarios.

         Su estructuración horizontal obedece a dos razones fundamentales: el autocontrol y autovaloración grupal, propios de un equipo participativo (debate-confrontación).

         Cada equipo debe responder a un objetivo unívoco en su accionar (de alcance único o múltiple). Que cada uno de sus miembros sepa de la inserción en el conjunto general, ganando coherencia en su operatividad.

         Toda labor hacia un fin, requiere de complementación funcional. Tales funciones deben ser identificadas por cada uno de los miembros del equipo, entendiendo su justificación en el mismo. Es decir, una parte coherente del todo (el equipo). Los ajustes necesarios serán debatidos-confrontados en el mismo, eficientemente, y trasmitidos al nivel inmediato superior. La responsabilidad última será del coordinador, cuya autoridad estará sustentada en su mayor idoneidad (consensuada). La figura histórica del jefe es incompatible con un equipo de esta naturaleza. El debate-confrontación en su seno, excluye la orden imperativa privando la persuasión.

         Asimismo, tal participación, torna factible la autovaloración, inevitablemente comparada con el resto de los miembros de su equipo. Léase: constatada, objetada, persuadida, disuelta por la interacción grupal. Tal proceso es extensible al autocontrol en el grupo, en virtud de los mecanismos participativos expuestos, que generan controles a los posibles excesos individuales. Este tipo de libertad es bien valorada por los hombres, frente a las experimentadas del hostigamiento, reforzando el autocontrol.

         La conformación descripta, actúa en la variable individual, distorsionada circunstancialmente por problemas afectivos. Detectadas por el grupo, emergen las conductas necesarias para su contención y el logro de los objetivos del equipo. La subjetividad nos es inherente como humanos, la objetividad nos trasciende; la visión conjunta del equipo nos aporta la objetividad.

         La eliminación de puestos formales piramidales, producto de la organización en equipos participativos, excluye la transmisión formal de ordenes – cuestionadas o no, según los intereses y/o respuestas emocionales del receptor- evitando errores/horrores consecuentes. Asimismo, la disolución del modelo autoridad-sumisión propios de esas perimidas organizaciones estratificadas formalmente.

 

         2.4.4   Incidencia del trabajo en equipo en
                      las conductas individuales y grupales.

         El organizarse respetando y consensuando la idoneidad como un orden jerárquico natural, genera la eliminación de un conjunto de conductas negativas, propias de las organizaciones no participativas. En éstas, la asignación de los roles formales con mando, muy frecuentemente no son ejecutados apropiadamente, carencia observada por los subordinados. Las exigencias cotidianas obligan a una sobreactuación para hacer de... (el rol asignado). Ello genera conductas emergentes de tal falta de idoneidad, de ambas partes (jefe-subordina-
dos): delegación inoportuna/inadecuada (alguien debe hacer lo que él no puede); el favoritismo consecuente (todo se paga) y el exceso de atribuciones de los favorecidos... Odios, rencores, envidia, alcahuetería... Un "clima óptimo" para el desarrollo personal e incitación a otros incompetentes a su acceso al poder formal. Cuando la organización es inteligente, estas conductas tienden a disolverse con las autovaloraciones consensuadas y el autocontrol grupal.       

         Limitar el concepto de autoridad a quien tenga reales capacidades, disipa una relación fomentada social e históricamente: autoridad-sumisión. La aceptación como natural para el subordinado de la autoridad formal, implica que al ser él la autoridad, exigirá igual nivel de sumisión a sus subordinados. Le resultará inentendible quienes osen cuestionar su autoridad formal. La arbitrariedad será su patrón resolutivo.

         En una prestigiosa universidad americana se realizó una experiencia en la materia, que nos indicará lo trascendente de su erradicación o desaliento. Solicitábase la participación - remunerada- de profesionales universitarios para un experimento científico. Este constaba de lo siguiente: una cabina de que poseía una palanca con un rango numérico de 0 a 220. Desde un micrófono instalado en la misma, se le transmitían órdenes verbales sobre el movimiento de la palanca referida. Frente a la cabina, un sujeto sentado y atado a una silla, unida a la misma por un cable. Cuando se daba ordenes de manipular la palanca de 0 en adelante, progresivamente, hasta acercarse a los 220, el sujeto exteriorizaba signos inequívocos de recibir descargas eléctricas, concomitantes a la graduación de la palanca de comando. Registrándose en su máxima expresión, los 220, una electrificación-muerte del sujeto receptor. Finalizadas las pruebas, se comprobó un alto acatamiento a deslizar la palanca hasta 220. Cuestionados los que llegaron al tope, si al ver al sujeto-simulador atado a la silla sufrir las consecuencias directas de su accionar (¿ por qué no cesaron?) aludieron a que no pudieron dejar de cumplir la orden. Dicen que hasta hubo divorcios. Hitler revoloteo en las pruebas. No es sorprendente, aun en el nivel intelectual involucrado, para quienes tenemos cierto training en la observación de conductas. Así tuvimos nuestra obediencia debida y cualquier otra barbaridad. Debe mitigarse toda fomentación de la obsecuencia, si mañana no queremos ser víctimas de la misma. 

         El trabajo en equipo implica una revisión de los conceptos de rivalidad y competencia, tomados habitualmente como sinónimos. La competencia induce al hombre a mejorar su perfomance, a autosuperarse. De tal proceso surgirán las habilidades para vencer a sus ocasionales competidores. Los atletas saben bien de ello; deben superar sus propias marcas, para alcanzar/superar el récord (quien lo ostente es referencial).

         La rivalidad implica el otro, vinculado a nuestros más ancestrales sentimientos tribales. Comprende la humillación-destrucción del contrincante asociado a sus privaciones instintivas. La evolución humana ha logrado desplazar esos sentimientos hacia el deporte, con rivales a vencer a toda costa. Pero aún son fuertes los resabios que se transfieren al ámbito laboral, fomentado por las organizaciones piramidales-formales, generadoras de sentimientos agresivos entre colegas. Transformando la sana competencia, en rivalidades exacerbadas en el campo laboral, que finalmente perturban el accionar del conjunto al prevalecer los intereses personales sobre los organizacionales. Debemos propulsar la autosuperación de nuestras habilidades como forma de competencia constructiva. Pauta compatible con el trabajo en equipos participativos.

            Este bosquejo de organización estructurada en la idoneidad, es una solución factible a toda la problemática expuesta: burocracia, corrupción, inoperancia en la toma de decisiones. Pero fundamentalmente, a lo que hace a nuestra calidad de vida, al brindar cambios propicios en conductas sumamente perturbadoras socialmente: chambonaje, obsecuencia, rivalidad, etc. descriptas precedentemente.

 

Punto 2.5 : Definición de la idoneidad política