2.5 Definición de la idoneidad política.
En
cualquier cargo vacante de una organización cualesquiera, su historia definió
una idoneidad para el mismo, producto de las peculiaridades de los sujetos que anteriormente
lo ejercieron y las circunstancias que les sucedieron a los mismos. El nivel
denotado por los políticos en sus cargos, nos impide utilizarlos como marco referencial
positivo. Debemos recurrir a un análisis en abstracto que defina la idoneidad
del político.
Siendo la actividad
política la de mayor trascendencia social, requiérese
para su ejercicio el mayor nivel de idoneidad. Dado el carácter general de la
política, no podría definirse una especialidad como afín exclusivamente. Tal
amplitud nos remite a lo que se denomina inteligencia adaptativa: pensamiento comprensivo y un acabado equilibrio emocional, independiente de su
profesión. Un político esencialmente debe comprender inequívocamente las
demandas de su sociedad, como mandato. Tal sensibilidad social - léase sentir a
nivel piel sus carencias- deberá actuar como disparador de las conductas
idóneas para resolver tal problemática.
Un político de actualidad,
expreso en una oportunidad que su asesor no lo
había orientado correctamente ante respuestas negativas de la gente. Aquel entrevistaba a la gente en
los colectivos, recibiendo ocasionalmente algunas descortesías en tales
incursiones, detectando su persistencia los lunes a la mañana. Achacaba a su
oráculo personal el no haberle sugerido la supresión de tales incursiones los
días lunes, dado el fatídico humor de comienzo de semana. Más allá de la
veracidad de la apreciación, ¿ Habrá
trabajado alguna vez? Dos periodistas top, de fluido contacto personal con
el presidente, dialogaban ante cámaras respecto a que Menem no podía lucir
corbatas costosísimas, superiores al salario medio, que debía comprender que
era un factor de irritación popular, como así su entorno deportivo-farandulero.
Nuestros actuales políticos requieren de la información provista por encuestas,
estudios, elaborados por especialistas para captar la problemática social y
así, encarar su accionar proselitista o de gobierno. Quien pretenda ser un político idóneo debe comprender
esos fenómenos en comunión-identificación con las expectativas sociales. Ser un emergente de las mismas para su
satisfacción. Los estudios podrán servir para constatar el grado de tales
situaciones, pero dificilmente su causalidad.
Todo ciudadano construye su
conciencia colectiva en un proceso continuo. Cotidianamente recibe información
múltiple y el sentimiento concomitante que le produce tal información (estupor,
indignación, decepción, indiferencia, simpatía, euforia, alegría, etc.).
Obviamente la misma sufre un proceso selectivo, prevaleciendo las de sus
intereses particulares y las de carácter general, incluyendo su participación
como ciudadano. Así, retenemos gran cantidad de información/sentimientos, en
estado latente, expectantes. Es
decir, expectativas que quieren ser satisfechas, como una necesidad descarga
energética de los sentimientos concomitantes. La información puede perderse o
diluirse, pero el sentimiento no. Nos
carga. Pensemos cuando formamos un concepto cualesquiera: éste es una
construcción temporal, de igual forma que la conformación de la conciencia
colectiva. Cuando debemos explicitar un concepto, olvidamos los detalles
informativos que lo generaron, recordando el filtro intelectual/sentimental
operado. Cuan difícil nos resulta rememorar cuando se nos exige precisión sobre
nuestra formulación conceptual y los hechos que lo coligieron. Algo así cuando
recordamos lo agradable que nos resultó una película o un partido de fútbol, reteniendo
prioritariamente el sentimiento placentero, que el detalle del evento; el cual
estará en nuestra memoria pero necesita ser rastreado/activado. Es decir, que
el sentimiento acumulado generalmente predomina sobre la información. Cuando su
acumulación es negativa, es una sensación desagradable. Cuando una acción de
gobierno recibe la aprobación unánime, los medios aluden a que las expectativas
concomitantes han sido
colmadas/satisfechas. Experiméntase una
sensación de alivio de tales descargas. Fenómeno de transmisión uniforme
colectiva, percibida por uno-todos
simultáneamente e inequívocamente... (difícil de definir con palabras).
En
este proceso expuesto se maceró la conciencia social relativa al accionar de
nuestros políticos. Debemos aunar una doble fuente informativa: lo que ellos
hacen o dicen diariamente y lo dicho por analistas políticos sobre ellos. La
falta de reacción pública manifiesta, no
es sinónimo de dilución de las conductas objetables - propias o achacadas- y no convincentemente rebatidas. No pasan
al olvido, quedan en nuestra mente individual/colectiva. El tiempo imprecisará
la información provista, pero los sentimientos frustrantes se acumulan a los
precedentes, y así los seguros del futuro.
El
consenso social que requiere un político idóneo, exige una lectura comprensiva
de esas expectativas sociales. Es la que garantiza su idoneidad. Ser un representante de esa sociedad, no hacer de representante, digiriendo
información provista por otros, que involucran tanto el interés de los mismos
como sus errores profesionales. Cuando un político se halla consustanciado con
su comunidad, poco importa la ropa o el automóvil que use, si logra trasmitir
cabalmente su representación. Al reverdecer el peronismo en la década del '70,
un análisis editorial del diario independiente/intelectual de la época, aludía
al fenómeno justicialista, referenciando un hecho característico en sus
dirigentes: que éstos podían ingresar a una villa en un imponente Mercedes - y
lo hacían- sin recibir ningún tipo de agresión por tal ostentación/desigualdad.
Ningún liberal se hubiese atrevido a tal desafío (no lo hicieron). En mi
juventud adherí al justicialismo por este hecho. Podía achacársele cualquier
etiqueta a los objetables representantes peronistas de aquella década, pero no su falta de identificación con los
más necesitados. Ello es percibido/transmitido naturalmente, sin márgenes de
error; en una villa fingir lo que se transmite a nivel piel/gesticular puede
ser grave... Reitero fue en los '70, hoy no me atrevería a asegurar idéntica
suerte que otrora. Tal incertidumbre, como mi desarrollo personal, desistió de
mi lealtad. Conformando uno más de
los espectadores sociales sin partido con quien identificarse. Para jugar al carnaval hay que disfrazarse
y no sirvo para hacer de...
En
definitiva, no basta con la
sensibilidad, debe tenerse un nivel de comprensión social. Las expectativas
generales exigen respuestas adecuadas y satisfactorias a nivel de acción. Sensibilidad social e imaginación productiva. Además cuando el
rango político sea más trascendente, requerirá mayor nivel intelectual.
Pensemos en esa formación de expectativas que aludimos, no tienen por qué ser
las más adecuadas. Pueden emerger de información parcial y/o distorsionada
intencionalmente. Aunemos tiempo de emergencia. En tales casos los políticos
deben captar ese estado confusional y emitir mensajes de claridad a la
ciudadanía, instalando nuevas expectativas orientadas positivamente.
Tranquilizando, conteniendo a la sociedad sin no hay soluciones satisfactorias.
Solos quienes posean una comunión con esa sociedad y un nivel intelectual
apropiado, podrán lograrlo. Disculpen el pesimismo, pero es factible (Malvinas,
Pascua carapintada, Tablada, tequila, cólera, etc.).
Punto 2.6: Organización socio-política
representativa