3.1 Economía
Los postulados liberales resultan inesquivables a la
gran mayoría de las sociedades. Tanto su férrea lógica interna, evidente en sus
análisis del mercado, como el fracaso de los modelos alternativos que no
comulgaban fielmente con sus preceptos, han transformado a tales postulados
como ineluctables (aun para sus otrora detractores). La caída del muro de
Berlín, sumado al progresivo cambio de perfil del consumidor como el inversor,
está acercándonos al sueño liberal: un mercado único en libre competencia. Hoy,
el consumidor trasciende su localismo, exige mayor prestación/servicios, más
allá del origen de los mismos. Igualmente para el inversor, que solo le importa
una mayor rentabilidad, ya sea en su barrio o a miles de kilómetros. Tal
transnacionalización del capital, generó niveles de concentración elevadísimos
que en tándem con el desarrollo tecnológico permitió producciones en cantidades
volumétricas impensadas bajando costos y facilitando financiación. Nuevas capas
sociales- antes restringidas- accedieron a esos bienes, otrora lujuriosos. Así
el ideario de libertad, asociado al mundo occidental de posguerra, fue
extendiéndose progresivamente a la actividad económica. Aunque nadie pueda negar
el desarrollo que implicó tal libertad, igualmente es innegable la grave crisis
social planetaria que genera. Invertir/producir en cualquier lugar del mundo
que resulte más conveniente económicamente - salarios más bajos, exenciones
impositivas, normas laborales laxas, etc.- trae consecuencias sociales
devastadoras en las zonas que han sido erradicadas, por esta factible
traslación de industrias, de un lugar a otro - antes excesivamente costosas que
no solo afectan al desempleo, sino a la actividad de servicios y comercial
conexa a las empresas transportadas. Asimismo, las nuevas radicaciones afectan
a los establecimientos zonales, pautados precariamente, comparativamente (p.e.:
los comercios minoristas aledaños a los hipermercados). La apertura de la economía
y las importaciones indiscriminadas que conlleva, genera competencias
desiguales con el mercado local respectivo. Resultar competitivo para las
empresas locales, implica ajustes o quiebres de las mismas, con el consiguiente
costo social. Y este proceso de ajuste competitivo es constante/cíclico, del
cual ningún trabajador está exento. La euforia de hoy, aun avalada por su
idoneidad, mañana puede llegar a ser depresión.
En los irrefutables análisis liberales de las
experiencias económicas acontecidas, que no comulgaban con sus principios,
destacaron lo limitado del rol estatal.
Tanto como regulador de la oferta y demanda, o como benefactor asumiendo costos sociales excesivos que
generan déficit públicos, ergo inflación y distorsionan el normal funcionamiento
del mercado y la respectiva economía del mismo. El mercado a través de sus
demandas regula naturalmente y selectivamente que producir/invertir/consumir y
a que precios. Este planetario, irá definiendo el rol productivo/consumidor a
cada mercado regional, según sus méritos/necesidades, y dará finalmente
solución a las problemáticas sociales que genera, ya que es una de las demandas
a satisfacer del mismo mercado.
El mercado está integrado por consumidores
individuales, cuya sumatoria de intereses comunes generan demandas a
satisfacer, prevaleciendo las de carácter particular de tales individuos.
Cuando uno opera en el mercado - consumiendo o invirtiendo- estamos inmersos en
lo nuestro, aquí y ahora, propio del deseo humano, aislados de toda problemática
ajena. Así podemos resultar tan insensibles a todo el costo social que
significa tal libertad de acción. Todos conocemos nuestros intereses
personales, pero los que atañen al bien común - generales y asociados al largo
plazo- requieren de una explicitación pública por interlocutores sociales, cuya
validez emerge del consenso que obtengan. Consumidor se nace, un poco de
información mediática nos basta para satisfacer nuestros deseos. Ciudadano -
que coexiste con aquel- debe formarse y ello depende de la calidad del
instructor, lo cual nos remite a la política como la administradora del bien
común.
Evidentemente, los
intereses del consumidor/mercado prevalecen en la actualidad a los del ciudadano/sociedad.
Es más negocio el consumidor que el ciudadano. Sumémosle el fracaso de los
actuales políticos son razones suficientes para justificar tal inclinación...
Descompensación en sí peligrosa entre el interés general y el particular, que
nos debe hacer reflexionar sobre dejar en manos del mercado a la problemática
social que nos afecta seriamente. Aún es válida la afirmación aristotélica:
"La virtud es el punto medio entre dos extremos", difícilmente
lograble si todo se inclina hacia uno de los mismos (el mercado/consumidor).
Algún liberal acérrimo dirá que dado que tal equilibrio es una demanda del
mercado, éste lo hallará. ¿ Cómo y cuándo? Ni Merlín ni Mandrake forman parte
del staff liberal.
Atlanta/96.
La primera vez en la historia del evento olímpico que estaba en manos privadas.
Teórica y prácticamente probado que el accionar de éste es más productivo que
el público. Atlanta debería palidecer a cualquier otra olimpiada, más aún que
se realizaba en el bastión de la iniciativa individual. La realidad produjo
otra lectura: los atletas añoraban Seúl/Barcelona, al resultar la organización
un fiasco (alojamiento, información, transportes, etc.). Sería digno de
estudio, de trascendencia, dilucidar las causas del mismo, evitando prejuicios
ideológicos que lo distorsionen en sus conclusiones. ¿Qué pudo lograr que se
obnubilara el objetivo del evento
olímpico? Es decir, facilitar los medios para que los atletas rindan en su
máximo nivel y así mayor satisfacción del público. Todo esto evidencia que prevalecieron
los intereses propios- léase empresariales- a los ajenos, atletas/público,
cuando estos eran los prioritarios.
La economía no es mi fuerte, se desprende, pero atento
a su trascendencia social las alternativas que se presentan para dar solución a
la problemática nuclear planetaria - la falta de trabajo- no pueden resultarme
ajena, aun el tecnicismo que involucra. Aún pueden aceptarse las objeciones
liberales a los modelos Asiáticos o Alemán, en cuanto a que los mismos, no
ajustados a las demandas de su mercado, no son exportables como modelos
económicos al basarse en las peculiaridades histórico-culturales de su
población. Tarde o temprano las nuevas generaciones de estos pueblos,
influenciados mediáticamente, los igualarán al resto de occidente (para su bien
o mal). Otras alternativas tienden a convencer a la sociedad que aquellos que
tienen trabajo, deben perder privilegios en aras de quienes no lo tienen - mañana les puede tocar a ellos- o crear
puestos de bajas retribuciones para atenuar las implicancias respectivas. Otra
forma, instalada de hecho en cualquier sociedad, tiende a que los puestos de
trabajo existentes sean cubiertos por personal sobrevaluado a sus exigencias.
Así tenemos a universitarios haciendo de simples vendedores o supervisores,
obviamente desplazando a los "naturales" destinatarios de otrora: los
de nivel secundario. Un mensaje distorsionado surge de tal situación: si no
alcanzas el terciario y/o no sabes informática no serás nada. En otras
palabras: no tendrás trabajo y la carga emotiva que ello conlleva. Adicionemos
el costo económico que implican esos estudios y no tener trabajo para
solventarlos. Un mundo difícil...
Pero estimo que esto es
rectificable, dado que es un hecho - que aún con errores- se están orientando a
las estructuras educativas públicas para insertarse adecuadamente a los nuevos
requerimientos. Se exigirá mayor información y conocimiento de nuevas
herramientas pero se contará con los recursos apropiados para lograrlo. Es
decir, el mismo esfuerzo para quienes estudiaron anteriormente que a los
actuales; el día aún tiene 24 horas y los estudios no pueden llevarse a lapsos
muy extensos. En cuanto a la informática, que asusta a los adultos, dada su
aparente complejidad, es falsa. No así el temor a su capacidad reductora de
empleos. El negocio de hardware y software es diseñar equipos/sistemas cada vez
más simple de operar/programar las tareas adecuadamente. La velocidad extrema
que emplean no es perceptible por nuestros sentidos, acostumbrados como máximo
a las milésimas de segundo, siendo las de los procesadores actuales infinitamente
superiores. De ahí su carácter mágico-complejo. Por ahora, una herramienta
insustituible y poderosa al servicio del hombre para lograr lo que pretende -
esto es previo a lo informático- que incumbe a los seres y no a las máquinas.
Adhiero a quienes sostienen que el mensaje distorsionado aludido es pingüe
negocio para empresarios - pagan igual o menos salarios por más capacidad- e
igual para los vinculados a la educación en general o específico a la
informática, ampliando considerablemente la demanda, sobredimensionándola.
Estas soluciones/paliativos o distorsiones tienen un patrón en común: el
considerar al trabajo como la fuente de ingresos para la cobertura de las
necesidades básicas y por lo tanto su carencia implica poner en juego la
subsistencia personal/familiar.
Tal concepción trabajo =
sustento nos retrotrae a principios de siglo. Hasta ese entonces al trabajo se
lo vinculaba al esfuerzo psicofísico y al sudor (léase a los pobres, los ricos
no trabajaban, administraban sus bienes). Un mensaje claro: sin trabajo no se
subsistía no siendo rico. La creciente complejidad tecnológica fue exigiendo a
las oligarquías nativas delegar en numerosos técnicos-profesionales - que
superaban a sus hombres de confianza- las nuevas exigencias en las labores, so
pena de verse superados y poner en juego su capital. Estas nuevas capas
sociales, de sostenido crecimiento, fueron demandando bienes y servicios que a
su vez generó nuevas fuentes de trabajo, diferentes a las existentes. La
complejidad laboral exigió una vinculación entre trabajo y estudios
básicos/superiores. Tal evolución fue modificando el concepto de trabajo. Este
lograba satisfacer los anhelos y expectativas personales, y para otros, un
medio para obtener otros fines placenteros/pragmáticos a su persona
(educativos, culturales, deportivos, sociales, artísticos, etc.). Entre ambas
opciones, toda la gama posible de combinaciones...
Consecuentemente, en
el transcurso del presente siglo se
incorpora un nuevo concepto del trabajo vinculado a estas nuevas y extensas
capas medias. Un medio directo o indirecto de desarrollo personal y por
añadidura a tal prestación laboral, le garantizaba el sustento. Observase un
desplazamiento desde la conservación hacia el placer, más identificado con los
que toman al trabajo como satisfacción personal directa. Estos, simultáneamente
fueron comprendiendo/entendiendo los fundamentos del mismo: la racionalidad en
el uso de los recursos materiales y humanos, factibles/disponibles, con el fin de
lograr los objetivos organizacionales respectivos. En otras palabras, el
trabajo asociado al mayor grado de productividad, extensible a cualquier ámbito
que requiera - mínimamente- de una
estructuración funcional para los logros de sus objetivos. Quienes actúan en
tales organizaciones, utilizando el trabajo como medio indirecto, deben
acomodarse a estas normas de producción organizativa. Estas organizaciones
productivas, que absorben el mayor número de cargos de trabajo, orientase al
futuro tratando de lograr mayores niveles de productividad, lo cual implica
mayor reducción de los puestos de trabajo existentes. El desarrollo tecnológico
avanzado y lo proyectado a optimizarlo -ni hablemos de lo hipotético- tenderá a
reemplazar en los próximos años aquellas tareas hoy rutinarias y/o que
impliquen esfuerzo psicofísico, logrando mayores niveles de eficiencia-eficacia
con su automatización. La intervención humana en las mismas será mínima y de baja complejidad. Entre
estas algunas coordinaciones intrasistémicas - más baratas y seguras- y a
ofrecer una sonrisa amable, aún imprescindible. Estos nuevos sistemas
automatizados seguirán requiriendo de una visión globalizada/sistémica que los
ajuste a las variables demandas sociales respectivas, coordinadores, supervisores,
mantenimiento técnico, todos de una capacidad de comprensión/entendimiento
superior. Asistidos por personal con un alto grado de
responsabilidad/dedicación, que en caso que traten con usuarios/clientes,
deberán adicionarle afabilidad. Esta acotada dotación estará organizada
inteligentemente, en términos similares a los expuestos en este ensayo.
Resultará consecuente que tales cargos queden en manos de quienes se sienten
consustanciados con el trabajo productivo. En términos liberales y su filosofía
darwiniana del más apto, esta selección sería coherente, además de resultar
favorable en términos económicos - obviamente no sociales por inducir a mayor
desempleo- dado que se lograría mayores niveles en las prestaciones y bienes,
con el consiguiente beneficio general.
Asimismo, tal
restricción-selección, en su propio ámbito, limitará - una vez consolidada-
despidos y facilitará la reinserción laboral. Debemos aclarar que tal aptitud
superior sólo lo es en el campo productivo/racional, pero no en general. Los
que hacen de trabajadores de tal naturaleza, que pueden detestar al mismo, pero
no prescindir pues estaría en juego su subsistencia y/o proyectos personales,
son otro tipo de perfiles humanos. Estos resultan más adaptativos a aquellas
tareas que exigen relaciones comunicacionales a nivel interpersonal/empáticas,
en las cuales prevalece lo intuitivo sobre lo racional. El actual desarrollo
educativo poco ha hecho para promover una real utilización de los recursos
humanos, ajustados a sus peculiares características, clasificándolos entre las
opciones laborales aludidas. Es decir, orientar idóneamente el futuro laboral
de sus egresados. Hay economistas que vislumbran al siglo próximo con un gran
incremento de tareas que relacionanse
con lo interpersonal, fundamentalmente en las áreas de salud, educación
y social, en los cuales prevalece tal perfil. Estas tareas hoy son postergadas
por una razón simple y evidente: no hay como financiarlas. ¿ Mayores o nuevos
impuestos? ¿ Redistribución del capital? O nuevas formas que puedan
crearse/implementarse. Tal desafío, dada su magnitud, tendrá que estar en manos
de dirigentes políticos idóneos (en los términos de este ensayo). Hay
suficiente información y experiencias que lo hacen posible. Solo falta integrar
una visión social a los postulados económico-liberales vigentes, y que la misma
sea consensuada. La falta de trabajo implica una baja del consumo = ganancias,
que preocupa a capitalistas/financistas e inversores. Sí estos no acceden a
reducir sus márgenes gananciales a favor de mayor cobertura social que eleve la
calidad de vida futura, crecerá excesivamente la marginalidad. Provocar a quienes no tienen nada que perder
- aun su propia vida signada en indigencia presente y futura es un pésimo
negocio en términos de seguridad personal, fundamentalmente para aquellos que
más poseen. Sus gurúes deberán convencerlos de ello, obviamente previo
autoconvencimiento.
3.1.2 La economía
Argentina.
Desde joven siempre
desconfié a las aseveraciones relativas a que nuestro país era rico. Demasiado
utilizado como eslóganes políticos y expuesto por inmigrantes que huían de la
hambruna de posguerra. Parecía una declaración de intenciones, no palpable en
lo cotidiano. Los años y una mayor información me hicieron vislumbrar el milagro
argentino: ser un país con recursos pero pobre. Ejemplo al mundo. Autosostenido
energéticamente, uno de los diez países más extensos del planeta, suelos
fértiles y climas variados, ganado vacuno-ovino-equino, bellezas
naturales/turísticas - 2/8 de las maravillas del mundo- subpoblado, sin
conflictos étnicos, raciales o bélicos... Obviamente, tales recursos requieren
administración adecuada para transformarse en productivos, lo cual nos remite
al capital humano. Para muchos economistas trascendentes, éste es lo más
valioso de una Nación. La Argentina
insólita tiene una conformación verificable: un nivel medio extenso e
instruido, permeable a nuevos conocimientos, producto de una educación primaria
(obligatoria) y media públicas gratuitas, y un sistema de salud respetable
(hasta mediados de los '70). Igualmente para los profesionales universitarios,
decayendo ulteriormente... pero estos últimos egresados aún no aportaron para
justificar nuestra pobreza. En general el nivel de posgrado ha sido casi inexistente.
Quien quiso tenerlo de nivel, minoritariamente, tuvo que emigrar al primer mundo (no sé su incidencia pero en las décadas
precedentes no había tanta exigencia actualizadora). Técnicos y profesionales
de buen nivel, muchos diseminados por el mundo, algunos premios Nobel...
Es sumamente difícil aludir
a las causas del fracaso nacional. ¿ Será que por definición lo inexplicable no
se explica? Que los dirigentes en general fracasaron es verdad, pero como se
explica que de un nivel educativo aceptable no surjan dirigentes acordes. Hoy
en día no hay actividad social trascendente que pueda considerarse
satisfactoria. Ni para los argentinos, ni comparativamente con otros países
medios del primer mundo (léase salud, educación, agro-ganadero, empresarial,
sindical, burocracia estatal, justicia, exportación, etc. ...). Ni las
hipótesis liberales, ni las nacionalistas, o de izquierda han logrado consenso
de las causas del milagro nacional. Fueren cuales fueren las esquivas causas de
nuestro estancamiento, hoy lo seguimos padeciendo. Tuvimos una leve euforia
luego del plan de convertibilidad (1 peso x 1 dólar). Entre el 92/94:
estabilidad (vivíamos en hiperinflación), superávit fiscal (increíble),
privatizaciones de los servicios públicos, inversión extranjera consecuente,
desregulaciones por doquier, crecimiento del PBI (por años estancado),
incremento del consumo... íbamos hacia el primer mundo, ingresaríamos
competitivamente. Hacia mediados del '94 volvimos a las andadas: nuevamente
déficit fiscal, atribuido al insaciable régimen previsional, cuya reforma
reciente había dejado huellas en la recaudación y sumado a la del estado que
incrementó el gasto y no mejoro la prestación pública. El efecto tequila nos dio el golpe que
faltaba. El 95/96 fueron años duros: el mayor desempleo (casi un 20%), drástica
reducción del consumo, la estocada
final a un
comercio minorista jaqueado
por los grandes hipermercados
instalados y las indiscriminadas importaciones; como postre un ajuste fiscal,
que por siempre asociado a las hiperinflaciones nos habíamos desacostumbrados.
Disminución del salario de bolsillo que tocó a la clase media, impuesto de
afectación general y aumento del transporte. Con un ingreso promedio entre
500/600 dólares y con un nivel de precios internos de los más altos del mundo,
incluyendo a EE.UU., no ha quedado otra que el ajuste familiar. En la euforia
de la convertibilidad, nuestra clase media cambió bienes de consumo hogareño y
automóviles - al disminuir bruscamente sus costos por la paridad- por
reducciones al consumo y/o endeudamiento. Hoy, ya no tiene alternativas y se
percibe el desaliento, dado que la aparente eficacia del gobierno Menemista y
sus tecnócratas de lujo se esfumó.
Hemos aludido al carácter
planetario del costo social en este mundo unificado y competitivo, pero la
aplicación de recetas estándares a todos los países en vías de desarrollo, no
es aplicable a nuestro país. Supuestamente en tales países están conformados
por una clase rica no muy numerosa, una clase media acotada y aliada a los
intereses de la clase alta, y una masa pobre con escasos derechos
laborales/sociales. Algo similar a lo que hubiese sido Argentina de no mediar
el peronismo en sus diez años de poder (45/55). Esta etapa de expansión
económica, objetada técnicamente, pero cierta, generó las bases de una fuerte
clase media. Esta no lo fue por sus recursos económicos exclusivamente, sino
por el nivel de educación alcanzado, sostenido por un sistema de salud eficaz,
solidario, con derechos sociales/ laborales, con voz y voto.
En los años siguientes al derrocamiento peronista, las nuevas generaciones usufructuaban esos beneficios legados, pero no respondían al peronismo, cuya columna vertebral seguía siendo el sindicalismo. Hoy esos mayores recursos económicos se esfumaron, pero no así su cultura, no expresada adecuadamente en su dirigencia política, emergente de la misma. La gravedad no reside en la pobreza económica, sino en la de las ideas, Recetas esquemáticas, sin luces en los dirigentes gubernamentales como en la oposición que solo declama sin alternativas creíbles. La justicia sospechada justificadamente, la corrupción enquistada en el poder y la mediocridad directiva aludida, hacen un cóctel poco digerible para el pueblo argentino que no lo merece. ¿ Nos sentaremos a ver cómo perderemos la pulseada frente a las recetas liberales? O en la próxima manifestación llegaremos a un número insospechado por el gobierno?. Ni una ni otra. Debemos resolverlo inteligentemente, con una participación productiva, lejos de manifestaciones eufóricas o pasividades. En los términos del proyecto reseñado en este ensayo u otro que lo supere. En fin, adecuarnos a este nuevo mundo, sin ponernos de rodillas, contraofertando opciones viables, con el consentimiento de un pueblo instruido, que aún no ha encontrado quien lo represente idóneamente.
Punto
3.2 : Educación