3.6 Nuestra Salud
Aludíamos en otros puntos del ensayo, que el hombre
logra su máximo nivel de productividad cuando no esta interferido por sus
emociones, permitiendo utilizar racionalmente todos los recursos a su alcance.
Los profesionales de la salud, deben luchar mucho más que otros científicos,
dado que su objeto de estudio los involucra. Esto incluye desde el residente
hasta los científicos más encumbrados. Esta tendencia humana a tener que defender
las teorías personales o de una determinada escuela que la avalan, como si
aceptar otra posibilidad desmerezca sus logros, es funesta. Pero esto es
producto de nuestra cultura que niega el efecto de las emociones en nuestro
accionar cotidiano, como si no intervinieran, al no tener formas de
controlarlas o modificarlas fácilmente.
El equilibrio emocional es la llave a
una conducta dúctil, que permitiría orientar la utilización de todos los
recursos para la finalidad del profesional de la salud: aliviar al paciente. Así deberían interrelacionarse lo eficaz de la
alopatía, homeopatía, iriología, terapias psicológicas, alternativas y tantas
otras que pueden serlo sin tener prensa. Es decir, privilegiar al paciente
sobre las posiciones personales, individuales o colectivas. Una de las formas
más eficaces de combatir las interferencias emocionales negativas, es la del
trabajo en equipo, disciplinario e interdisciplinario dado que permite
controlar adecuadamente los desbandes individuales de sus miembros, de cualquier
índole. Pero en la salud su mayor importancia residiría en lograr un enfoque
holístico para aliviar al hombre. ¿ A quién hoy en día se le puede ocurrir
negar la influencia de lo psíquico sobre lo físico? Cuántas veces hemos comprobado personalmente
la mayor incidencia de nuestro pensamiento que lo que realmente acontece en el
plano físico, y actuamos en consecuencia con aquel. Puede ser que las
experiencias, en general, en las que intervienen psicólogos en los equipos
médicos no hayan resultado satisfactorias. Sería mejor revisar las causas de
tales falencias, que desistir, dado que es deprimente ver la conducta
iatrogénica de muchos médicos, de cualquier nivel, en el trato con sus
pacientes. Visitando algunos allegados en terapia intensiva, luego de sufrir
infartos, me parecía aterrador el contexto, limitado a la contención física del
paciente. Recordaba a un top de cardiología que un gran número de
infartos/muerte súbita, obedecían a espasmos emocionales. O aquel jefe de personal
de una fábrica automotriz, que unos minutos después de ser despedido murió
infartado en la playa de estacionamiento de la misma (debe ser duro para un
verdugo ser verdugueado), No había tenido síntomas cardiovasculares previos que
delataran el colapso. Pero si aún lo hubiese tenido, o tuvo un control previo y
no fue detectado instrumentalmente, el factor emocional incide, aunque sea como
disparador del proceso. La inexistencia de un psicólogo resultaba inexplicable,
soslayando el factor mental en tales situaciones. Indagar sobre la conflictiva
que rodeó al suceso y proveer la contención necesaria en todo aspecto.
Bromeábamos con mi esposa, psicóloga, sobre si las causantes del infarto fuese
un cónyuge infiel, sin que éste sepa del conocimiento del otro. Al primero que
dejan entrar es: al cónyuge... Muchos de los infartados cuentan lo bien que les
hizo dialogar con un médico de tantos en la sala (¡bah! hizo de psicólogo).
Generalmente la psicología del médico es lineal, con sus consecuencias. Esperando
el resultado de una operación de apendicitis a mi hijo mayor, empezamos a
preocuparnos por lo extensa de la misma. Al volver del quirófano, hallábase el
joven cirujano al lado de nuestro hijo. Conocedor de las reacciones emotivas
familiares, me dirigí hacia el profesional, y mi esposa fue directamente hacia
nuestro hijo, aún con los efectos de la anestesia. El médico insistió que la
madre estuviese presente en su exposición, lo cual ratificaba más la supuesta
gravedad de la intervención quirúrgica. Al ser llamada por una enfermera no
pude reaccionar adecuadamente, relevando a mi esposa. Sabía que ésta era muy
sensible y en casos críticos tendiente a la lipotimia. En fin, se desmayó como
previa cuando el cirujano comenzó a esbozar las dificultades en la operación,
por suerte superadas, las cuales no llego a escuchar. Mi hijo solo cuando más
necesitaba del calor maternal o paternal, aunque haya sido en parte mi culpa.
En uno de los famosos almuerzos televisivos, una medica estudiosa del SIDA, que
siempre me había parecido criteriosa en sus intervenciones, reaccionó alterada
ante un comentario de la anfitriona. Habiendo logrado aquella cierto prestigio
en el tema, elaboró un proyecto en el cual deberían hacerse estudios del HIV en
determinadas circunstancias. La interlocutora, acotó por parecerle obvio, su
obligatoriedad. La profesional negó tal insinuación indicando que no hacía
falta, dado que todos los haríamos sin ningún tipo de coerción. Todos los demás
invitados terciaron a favor de la conductora. La doctora, evidentemente
ofuscada, insistió en que no podía creer en que uno omitiera hacer algo que lo
favorecería. Racionalmente será así, pero en la práctica un buen número de
sujetos, de cualquier nivel cultural, evita chequease por temor a enfrentarse a
tomar conocimiento de alguna enfermedad que prefiere desconocer ¿ Puede ser que
se soslaye tal situación, o se la niegue?, y que tal criterio guíe a un
profesional que tenía en sus manos importantes tareas de prevención. Alguno
podrá aludir que trabajaba en equipo, e igual todos asintieron. Contradecir al
jefe a veces no es buen negocio para uno, circunstancia habitual en demasía. En
los equipos interdisciplinarios sus integrantes deben tener igual rango,
evaluando en conjunto. Los jefes, si es necesaria su designación, deben
responder a necesidades formales e impostergables. Y en los disciplinario, más
de uno de igual rango superior. La autoridad-sumisión
y el omitir expresiones que puedan perjudicar a su persona, sin medir las
consecuencias, existen...
La integración interdisciplinaria tomando al hombre en
su totalidad, debe ser una realidad, que logre un avance significativo en la
tal mentada - por los médicos- relación interpersonal (paciente-profesional),
tan trascendente como el avance tecnológico alcanzado. Contrariamente a éste,
no he percibido avances en tal dirección, ratificado por las múltiples
experiencias personales y de otros en
tal sentido. De los múltiples factores intervinientes que entorpecen una
visión holística y nucleares, están los grandes intereses económicos inherentes
al campo de la salud y los resabios emocionales humanos que se cuelan en
conductas cotidianas. Y mucho más peligroso la integración - conciente o
inconciente- de ambos factores. Es decir, justificar con argumentos racionales
sus intereses (más vinculados a lo emocional). Un famoso médico psicoanalista
internacional, expresaba con certeza que los remedios homeopáticos actúan por
efecto placebo, dado que su dilución es tan alta, que no pueden tener efecto
alguno. Estimo que también serán telepáticos. ¿ Cómo se explica la enorme
cantidad de pacientes que toman tales remedios sin saber en que actúan y tienen
los resultados concomitantes? Me he cansado con mi esposa - especializada en terapias florales- de
dar remedios de similar base terapéutica que los homeopáticos, sin decirles
para que ni porque, cuando denotábamos conductas que eran evidentemente
compatibles con el remedio asignado. Días después, ante los evidentes cambios
surgidos en el paciente, sus familiares nos consultaban sobre el efecto. Más
percibido por éstos, que por quien los tomaba (modifica sentimientos no
perceptibles en lapsos exiguos). ¿ No será más racional pensar que no hay
instrumentos aún adecuados para medir diluciones tan excesivas, que inferir que
no existen? Es como sí pesáramos a un mosquito en una balanza común de almacén
y colegiríamos que no pesa. Hasta el
almacenero aludirá a que no registra, no que no tiene peso. Alguno dirá que mis
experiencias personales deberían ser más rigurosas, como el doble ciego (ni
terapeutas ni pacientes conocen los alcances de remedio a controlar). Estoy de
acuerdo pero seguramente el médico famoso aludido tampoco, tanto las efectuadas
por mí como las aludidas en último término. En definitiva, resulta invalidante
tanto aquellos que no aceptan nada que no sea explicado con la razón - la
vigente... - como los que ante tal limitación lo encuadran como esotérico y/o
milagroso. Asimismo los que hallan explicación a lo hoy inexplicable. En fin, la emoción perturbando a la razón.
En cuanto a los intereses en juego, debemos tener
claro que es factible luchar contra ellos, pero con dos condiciones: uno
equiparar fuerzas - recurriendo a los medios, opinión pública/profesional- y
alejarlos lo más posible de las armas de su dominio (con inteligencia). Todo en
la vida implica transacción entre intereses en juego y en las sucesivas y
permanentes negociaciones se equilibra o vence la balanza. Sino aún seguiríamos
siendo esclavos de los poderosos. Limitados los factores expuestos, intereses y
emociones perturbadoras, podremos lograr una utilización productiva de los
recursos terapéuticos existentes - sin creer que uno de ellos sea la panacea-
equilibrada y oportunamente. Por suerte, cotidianamente hay miles de
profesionales de la salud, que perciben tales limitaciones en los que ostentan
el poder, tratando de actuar en equipos y utilizando los múltiples recursos a
su alcance, cumpliendo con su finalidad: aliviar
al paciente.
La salud sería como el sustrato del bien común, ergo
tan trascendente como la educación. La enfermedad sería uno de los fenómenos
que nos igualarían a todos los humanos. Así la salud ha sido declarada como una
de las áreas bajo control del Estado por los liberales. Por lo menos teóricamente,
dado que por su masividad es un negocio descomunal. Aludíamos en otros puntos a
la importancia de la iniciativa privada como factor movilizador del desarrollo
humano. La trascendencia de la salud, tórnala incompatible con el corto plazo -
aquí y ahora para mis intereses- intrínsecamente asociado al largo plazo y
ajustada a pautas libres de la investigación básica (fuente de descubrimientos
trascendentales, por sí mismos o complementarios). La mentalidad pragmática
privada asocia la investigación científica a sus necesidades productivas. Solo
los gobiernos, o excepcionalmente, entidades civiles con excesivo capital,
pueden facilitar tal apertura de la investigación, más compatible con el perfil
del científico. Cualquier político idóneo- en los términos de este ensayo-
comprenderá lo trascendental de tales investigaciones, su correcta
financiación, incluyendo retribuciones coherentes, y la activa participación de
esa comunidad científica. Tal actividad debería estar interconectada
regional/internacionalmente, superando fronteras y ganando en fluido
intercambio de información que redundaría en investigaciones similares o
complementarias. Esta es una decisión en el plano político, consensuada con la
comunidad científica y las sociedades. Sus recursos son inversión, no gastos,
aunque su rédito seguro, lo sea para futuras generaciones. Vislumbrar
correctamente su importancia, requiere de una capacidad intelectual superior,
consustanciada con las necesidades humanas genéricas y no las personales,
coyunturales y/o circunstanciales. Debemos aprender del pasado y no cometer sus
errores. La actividad privada puede aportar toda su experiencia en la
producción de los resultados científicos logrados en el área estatal, como en
su red comercial y distributiva. La transparencia debe ser nuclear en esta
interrelación pública y privada. Licitaciones, concursos de precios, elevación
de propuestas concertadas, supervisión estatal, etc. Instrumentos para ser
fructífera tal integración sobran, será cuestión de ajustarlos y/o negociarlos.
3.6.2.1 La cobertura
social estatal.
Las limitaciones presupuestarias en
salud son una constante, que redunda en el nivel de prestación respectivo. En
países en desarrollo como el nuestro son fuente inagotable de recortes
presupuestarios. Algunos expertos sanitaristas nativos, aducen que nuestros
gastos en salud son irracionales - sin discriminar entre público y privado- y
que su redefinición debería ser prioritaria a pedir más presupuesto, que
dudosamente sería otorgado. Pero tal objeción y bosquejo de solución posible
propuesta, implica la creación de una red asistencial integral gerenciada por
el Estado. Esta deberá lograr un nivel de productividad general y en particular
de todas las organizaciones privadas, públicas, civiles, gremiales, que
conformen ese sistema de salud nacional. Tal productividad se iniciará por la
prevención, como arma fundamental, deviniendo
posteriormente en los costos y en la calidad de atención al paciente.
Cualquier proyecto de esta naturaleza, que abrogue por la racionalidad en la
utilización de los recursos - coherentes a su finalidad- excluye la competencia
entre las organizaciones que la componen dado que esto implica dilapidación de recursos escasos. En cuanto a que el estado ha sido un mal
administrador, cuando prive la estructuración jerárquica-consensuada y la
idoneidad - en términos de este ensayo- tal experiencia será revertida.
Asimismo, la trascendencia de la salud
nos indicaría que la misma requerirá de alternativas que superen a la perimida
estructuración formal del estado. Podría ser autónomo y controlado por el
gobierno de turno. Fiscalizado/auditado seriamente, no formalmente. Tal
autonomía debe implicar la participación de todos los profesionales de la
salud, eminentemente democrático y transparentes en la asignación de los
cargos, fuere cual fuere su nivel. Ratificados periódicamente por los mismos
profesionales de la salud como su elección en los cargos ejecutivos (a nivel
zonal/regional/nacional). Lo zonal se evaluará en función de los egresos e
ingresos, que permitieran su autonomía. Los ingresos resultarán del aporte
individual, equivalente a los obligatorios actuales, o que se consideren en su
oportunidad, con tal techo, e incorporar voluntariamente al cada vez más
extensivo cuenta-propietista. Deberá resolverse inteligentemente, para que
nadie quede sin cobertura; que hacer con los indigentes circunstanciales o
permanentes, para no afectar a los aportantes reales. Asimismo, complementarse
con los aportes presupuestarias gubernamentales, cuyo origen pueden ser
diversos. Empresariales, eventuales o gananciales, o específicos según la
coyuntura (p.e. sobretasa ganancial
a los dueños de empresas fabricantes de condones para financiar las drogas del SIDA a los más carenciales).
Una estructuración básica del sistema podría darse en
tres niveles. En primer término, la red privada - ya instalada- de médicos
particulares, que actuaran como cabeceras con el objeto de: actuar como
orientador de la terapia del paciente, asimismo lo que le exceda: análisis,
estudios, internación, terapias complementarias, etc., recurriendo a las
múltiples organizaciones del sistema según especialidades, o no,
privilegiando al paciente en su terapéutica más conveniente. Sería
importante incorporar a esta organización las disciplinas hoy vedadas o limitadas
oficialmente, para mejorar la calidad de atención al paciente. Asimismo, cuando
en determinadas zonas hiciesen falta organizaciones de salud de cualquier
índole, sería interesante fomentar - léase asignar créditos vía concursos- la
creación de cooperativas conformadas por profesionales afines, con el único
objetivo lucrativo de mantener el capital humano - actualización y sueldos
dignos- y la infraestructura correspondiente. La prestación de esas
organizaciones en general será ordinaria. Cuando se requiera que sea
extraordinaria se derivaran al Hospital Público actual - y los que necesiten
crearse zonalmente- para lo cual se lo dotará adecuadamente y mantener su
calidad de docencia superior/rotativa. Podría actuar como cabecera zonal,
coordinando todo lo atinente al sistema nacional en la misma.
Existen recursos humanos - en salud el nivel general
es bueno-, tecnológicos, específicos de la salud y general, como el
técnico-administrativo para reducir costos al mínimo en la materia y que no
entorpezcan la labor asistencial. Asimismo, recurrir a las interesantes
experiencias internacionales en la materia. Falta la decisión política y un
arduo trabajo para su implementación. En este campo se requiere un mayor nivel
de sensibilidad social e imaginación productiva. Tal proyecto, o cualquiera que
tenga tal finalidad, debe tener el aval explícito de los profesionales y empresarios de la salud, la población, con la difusión educativa que garantice los
cambios de mentalidad que un sistema de esta naturaleza implica.
Lo bosquejado me brota, dado que no puede resultarme
indiferente. Habrá muchas propuestas, elaboradas por expertos y no de usuarios
como el suscripto, que superen a la misma. Pero todas deben compatibilizarse,
confrontándose-debatiéndose en el seno social, con los múltiples intereses en
juego.
Punto
3.7: Nuestro sistema
previsional