3.7
Nuestro sistema previsional.
Definir un sistema previsional implica incursionar en
la evolución de un ser humano en su lapso de vida; desde su inserción en la
vida productiva hasta el fin de sus días. Tal problemática excede a una simple
ecuación financiero-matemática, involucrando la calidad de vida deseada por una
sociedad. La era industrial modeló el régimen previsional nacional de mediados
de siglo. Los parámetros expansionistas originales - crecimiento continuo/inmigración-
distorsionaron su desarrollo ulterior. La anhelada relación de 4 ó 5 activos
para un pasivo, jamas llegó a satisfacerse. La modalidad industrial laboral
implicaba el esfuerzo físico, resultando su jubilación un premio a tanto sacrificio
(viene de júbilo...). El crecimiento de posguerra diversificó la división del
trabajo, ampliando la estructura de servicios e invirtiendo progresivamente la
relación fuerza-intelecto. Tales variaciones determinaron un ajuste a las
jubilaciones: la movilidad de las
prestaciones. Igualdad retributiva del pasivo con su par activo vigente. Así
nació la industria jurídico-previsional,
a la cual coadyuvaron el dislate de los funcionarios de turno. Aunado a la
crisis industrial, el sistema solidario se fue a pique. Mantener un sistema con
ajustes permanentes, basados en criterios subjetivos - léase futuros juicios,
con demandas justas e injustas- es suicida. La incesante variación en la labor
desarrollada por el pasivo - al cese de sus servicios- con su equivalente
actualizada, tiende a distorsionarse irreversiblemente. Más aún, cuando el
lapso entre ambas circunstancias es mayor, sea por razones de orden
tecnológico, económicas o sociales. Adicionemos a esto, el carácter paterno
moralista del sistema (decide post-morten a quien beneficia, aquello que en
vida decidíamos nosotros); condicionado al arbitrio del gobierno de turno;
sobredimensionado administrativamente; deficitario; y fundamentalmente, que no
satisface la calidad de vida deseada socialmente ¿ Qué más puede pedirse para su extinción?
Lamentablemente su incidencia consumió a varias
generaciones. Transferirse a un sistema de autoaporte como el actual generará
dificultades. Implica la absorción por el estado de los pagos de las
prestaciones pasivas actuales. Las proyecciones a largo plazo que involucra no son el fuerte nacional. Mientras en
el primer mundo disputan con cuantos años 'de anticipación operarán , como
parámetro de previsibilidad, nosotros nos contentaríamos con controlar lo
cotidiano. Originalmente - vía radical- se estableció la jubilación privada
como alternativa. El seguro de retiro optativo. Luego de años de maceración
política emergió este engendro mixto vigente. Un doble mensaje a la sociedad:
aceptamos el autoaporte, pero por las dudas dejamos el Estado. Ni Mandrake puede establecer confiadamente
que va a suceder en los próximos años. Pero francamente nada podría ser peor
que el sistema anterior, muerto antes de nacer por proyecciones no satisfechas.
Nadie puede negar la miseria de los montos
jubilatorios actuales. Haciendo cuentas simples se verá que los mismos,
equivalen al ingreso previsional mensual (y aún da déficit). El triste promedio
de los activos ($550/600), que genera un aporte previsional promedio - el AMPO-
de unos 63/65 pesos por afiliado y considerando que por cada pasivo no se llega
a los dos activos, la jubilación mínima vigente (150+subsidio PAMI= $220.) es coherente a estos
guarismos. Extenderse en los mismos implicaría recurrir a otros recursos que
los previsionales y asimismo contrariando la lógica jubilatoria: que algunos
pasivos cobren más que sus pares activos.
Pero ello no tendría importancia frente al deterioro de la calidad de
vida de los ancianos, con menos posibilidad de recursos complementarios que un activo.
No hay derecho previsional, hay dinero previsional. ¿ Aceptará la sociedad
pagar más impuestos para los montos previsionales o pretenderá que se tomen de
otros gastos improductivos? Para cualquiera de las opciones faltan datos
fidedignos, que solo el estado político puede proporcionar. La oposición
política usan a los jubilados como caballito de batalla, ya que es un tema
sentimental, y con muchísimos votos de por medio (debe ser la masa independiente más numerosa). Hablar desde el
llano de esta cuestión es una imprudencia. Requiere un estudio profundo inserto
en un análisis global del presupuesto. Aislarlo es imposible y negligente.
3.7.2 Las administradoras de fondos de jubilaciones
y pensiones (AFJP).
El sistema de autoaporte es aún novel y perfectible.
El temor infundido sobre lo volátil de sus fondos y mágica desaparición de ser
privados, no tiene asidero legal - previsto- ni financiero. Pensemos que si hay
una crisis nativa, con hiper incluida, o mundial que nos afecten, perderemos en
todo sentido, desvalorizando nuestros activos y los que tengamos en las AFJP. Extensivos a los jubilados
estatales, que también verán devaluadas sus prestaciones. Que las jubilaciones
que proponen las administradoras no son muy diferenciadas a las que abona el
Estado, tiene una estricta correlación con la supresión de los aportes
patronales, que si se retienen pero no se ingresan a la cuenta del afiliado a
su respectiva AFJP. De haberse mantenido hubiesen logrado una jubilación
cercana al 100% - según movilidad- al cese activo (considerando aportes en toda
la vida productiva, 35/45 años). Los aportes patronales serían destinados a
financiar las prestaciones vigentes del anterior régimen. Su paulatina
eliminación es sostenida por diversos economistas, aún los que no comulgan
plenamente con este modelo. Bajar el costo argentino en el campo laboral y su
estricta relación con el desempleo. Pero si hoy ya hay problemas de déficit,
suprimirlos es osado e irresponsable. Transferimos de un sector - previsional-
al del trabajo - la ocupación- cuando ambos tienen grandes problemas. Con
precios o tarifas más elevadas que la mayoría del planeta - incluyendo al
primer mundo- y con salarios promedios que están en casi un 50% de los que
se abonan en estos, cuesta creer que el porcentual de aportes
patronales incida tanto en los costos, más aún su constante reducción
cuantitativa por razones de orden tecnológico . Un pope internacional, dueño no
management, miró asombrado a su periodista interlocutor cuando se le pregunto
como habían compatibilizado el costo argentino laboral en sus inversiones.
Respondió que nadie me habló de tal incidencia, así que no debe ser
trascendente. ¿ Será que nuestros
economistas no tienen otra salida que bajar aún más los míseros sueldos
nativos? Muy fácil, pensando que en general los ingresos de ellos y los de
nuestros ejecutivos - ergo, empresarios que los abonan- están cercanos al
primer mundo y a veces los superan.
Más allá del futuro previsional, resulta peculiar la
creación de las AFJP: formar capital con el dinero de los mismos trabajadores y
que su utilización poco tendrá que ver con su condición de tal, sino como
inversionista especulador; irónica
interrelación entre capital y trabajo. Siempre sospeche que en la
mentalidad oficial actual las administradoras solucionarían parcialmente con su
capital estable, el inestable golondrina extranjero.
Razonable. Un nuevo boom. El espaldarazo final para Menem-Cavallo, mostrando al
mundo el libre mercado de capitales, creciendo por la iniciativa privada, sin
injerencia privada, mirando el éxito chileno. Reagan-Thatcher-Menem. El milagro argentino, bombos y platillos...
Pero empezamos mal: déficit fiscal y la tequila,
aún embriagadora, postergaron - o eliminaron- para ellos el festejo...(aspiro a
que otros los recuerden como los precursores en una bonanza futura).
3.7.3 Una
visión más abarcativa
Personalmente estimo que debería ampliarse la visión
del problema previsional, desterrando el mecanismo de acumulación actual:
joven-adulto-tercera edad, para "disfrutar"
tal renta al final de nuestros días. Fijar una edad general improductiva para
un individuo, no cierra para estas
épocas y menos prospectivamente. Los patrones existentes de considerar al
trabajo como una carga y algunos signos físicos propios de la tercera edad -
pero no invalidantes- coadyuvan al convencimiento de tal cesación laboral
programada. Hoy, el trabajo es el núcleo vital de nuestras sociedades y estrictamente
vinculado a la educación en todos sus niveles. A través del mismo, puede lograrse satisfacer sus aspiraciones
creativas, o como medio para lograr otros fines que lo satisfagan, retroalimentando
su autoestima. Ni los bienes materiales, ni el ocio, construyen a la misma. Más
bien a la extero-estima, identificación o envidia de los otros hacia uno, lo
cual no es suficiente. La autoestima surge de las
propias capacidades - socialmente aceptadas- para acceder al bienestar. ¿No sería más racional compatibilizar ocio-placer con trabajo, durante todo
el transcurso de nuestra vida productiva (siendo dichoso el que disfrute ambas
fases) fijando el limite de la misma exclusivamente por nuestro estado de salud
psicofísica? Tanto al cese arbitrario de la actividad laboral, como el morir
joven dejando a nuestra familia en la indigencia por no haber acumulado lo
suficiente, son perturbadores en el desarrollo del ser humano y su entorno
familiar. Una sociedad debe hallar respuestas inteligentes a esta problemática.
El trabajo debe ser su moneda de cambio independiente de la edad, para asegurar
su futuro ante emergencias invalidantes/deceso del trabajador aportante y su
grupo subsistente.
Tal propuesta implica una revisión de la utilización
de los recursos humanos en el presente. En una película americana de los '90, a
un hombre maduro - actor mayor venido a menos- disfrazado de Drácula en un
shopping, le preguntaban si el terror de sus épocas era igual al del presente,
a lo cual respondió que no. Terror hoy es: tener más de cuarenta años,
estar sobrio en la madrugada y sin trabajo. Demasiado habitual, sin discriminación
de niveles y países. Un joven gerente atosiga a un hombre maduro desplazado,
que vislumbra su inmediato futuro de terror. Uno podría argumentar que imbécil
este joven ejecutivo, mañana será él el despedido. Soberbia, negación o como se
llame, nos impide una adecuada proyección futura. Pero no bastaría con una
reflexión autocompasiva proyectada, debemos ser más abarcativos, que incluya a
la misma, superándola. Resulta paradojal observar que los lideres de las
grandes corporaciones tienen mucha más edad que los que son despedidos por la
misma, medida o no su trayectoria. Aún más si consideramos algunos de los
gurúes que avalan expresamente o con su silencio tal política discriminatoria,
que con su edad en el mundo occidental deberían estar "muertos".
Nunca pude saber ciertamente cuáles son las verdaderas causas de tal
discriminación, que no se explicitan por compasión general o particular. Estimo
que las razones deben ser múltiples: por desactualizarse; por no haber llegado
al tope como sus verdugos; o será que para ser productivo se debe ser joven.
Cualesquiera que fuere la causa nos indica que aún los humanos no hemos
aprendido a utilizar nuestros recursos,
según edades/maduración ( por lo menos lo observado en occidente).
Deberíamos revisar el modelo oriental, que no
desdeña al anciano y sus saberes. Será clave exigir lo que pueden dar: experiencia en el ahorro de esfuerzo. Exigirle
a un plomero de 55 años o más el ritmo de un joven, sería necio. Trabajando
juntos se integrarán complementando productivamente sus aportes
(ritmo/eficiencia). Pero ello involucra una postura inducida externa
socialmente para lograr tal compenetración productiva. Conocemos muy poco de
las mañas achacadas a los viejos, como de la necedad de los jóvenes.
Años de avance tecnológico nos han hecho comprender la
importancia de la educación y actualización permanente, pero aún nos falta el
conocimiento de nuestra maduración como humanos. Tal limitación nos impide una
comprensión de estos fenómenos que nos perturban cotidianamente. Reitero: no se
puede soslayar un problema porque no sepamos como resolverlo individualmente.
Hay formas que exceden lo personal, que requieren de estudios
multidisciplinarios del más alto nivel, con sensibilidad social incluida.
Un ejemplo: leía con regocijo una
experiencia japonesa: habían integrado un geriátrico con un jardín/guardería,
con óptimos resultados. Los ancianos brindaban serena contención y los niños
felices. Puede ser extremo, pero para reflexionar...
Punto 3.8: La Seguridad